Olvídense de lo que conocen como pie de limón. Esto es totalmente diferente! Es una delicadeza del sur de los Estados Unidos. Ni muy dulce, ni muy ácido -sólo un toque de limón- y con la textura de un quesillo muy suave. Se puede comer a temperatura ambiente y se conserva excelente en la nevera.
Lo hacemos sobre una crosta típica de pie -de harina de trigo- de esas que se desmoronan al tacto; más salada que dulce. Por encima lo adornamos con un merengue flambeado, que le añade el perfecto toque dulzón que necesita.